Luftmensch
Puestos a confesar, llevo años sin pisar una iglesia (no por voluntad o fe propia), y he pecado menos que otros que dicen creer y no lo hacen ni en cuanto a sí mismos. Llevo tantos años bebiendo del mismo vaso que las mitades me hablan a mí, y qué remedio más allá que confesarles que nunca llegas al final cuando pierdes los propósitos en el camino hacia la resignación.
Suspiro como quien sabe que expulsando todo el aire te vas, pero sigo aquí y quien falta eres tú. Porque estar ocasionalmente no cuenta como permanencia, y en el pacto de mi corazón hace ya meses que figuras como transeúnte, por mucho que le duela a mi estabilidad. Que aún no tienes los pies en el suelo, y no puedo reprochártelo si a esa libertad descarada tuya decidí anclarme por cuenta propia. Que mi barco sigue sin entender de tus derivas, y la misma sal que me cerraba las heridas escuece en los ojos. Una vez más, he pestañeado cuando te despedías. O eso alegas.
Qué conveniente.
Puestos a confesar, pero no dispuestos a amar sin precaución cuando desde el principio el hilo rojo se nos enredó en el cuello como una soga. Y ahora te dejo ir más allá de mi imaginación, para que seas libre y feliz en los brazos de otra que nunca va a verte como yo (por mucho que te mire). Y, de verdad, siento que jamás vayas a saberlo. Porque las palabras fluyen como ríos cuando el amor atormenta, y ya no desemboco en aquel punto de convergencia en que nos creí eternos más allá de lo material.
Quise quererte tanto que perdí parte de mí en el proceso, y hoy que nos hemos reencontrado, lo primero que ha hecho ha sido preguntarme por ti. No como quien fue reemplazado, sino como quien creyó que marchándose me haría bien (y hacerme bien era hacerte a ti). Esta vez se ha quedado, sin pedir explicaciones. No tenía preguntas, solo la certeza de que todo iría a mejor. Me ha consolado. Me ha calmado que el premio de consolación ya no seas tú, porque no supe valorarte más allá de la derrota. Y para cuando quise... para cuando te quise, ya era demasiado tarde.
Perdona la demora.
Es que me robaste el aliento.
Comentarios
Publicar un comentario