Solace

Por todos ellos. A los que están y estuvieron. Pero, ante todo, por mí. Por seguir custodiando sus victorias, aunque sea alejada de las gradas. El Chico de Cuento tenía unos ojos tan claros que la misma savia parecía pigmentada a su lado. Asustaba a los realistas y aliviaba a los pesimistas. Era un cambio de tuercas tras la ruptura, la frescura de un oasis en medio del desierto. Tan idílico como trascendental para mí. Tan perfecto como idealizado. Y el que en otra vida fue, o será, el amor de mi vida. Simplemente, no en esta. La Niña de Labios de Fresa, siempre atenta a los más mínimos detalles. Siempre buscando conocer más. Tú y yo seremos siempre eternas. Porque acabo donde tú empiezas, y cedo todo el espacio que necesites para verte crecer. Porque ojalá te hubiera abrazado más fuerte, y me hubiera podido quedar a tu lado el tiempo que ambas queríamos. Algún día... algún día llegaremos a ser. Créeme, porque yo cumplo lo que prometo. Y te prometo que te buscaré. ...