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Mostrando entradas de octubre, 2021

Poema a la incertidumbre

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Recuérdame cuando mires a la luna directamente, y no desde el reflejo en mis ojos; cuando las noches se vuelvan solitarias y tu corazón se congele. Recuérdame al atravesar la linde entre el olvido y el alivio, cuando consigas suspirar y no me robes así el aliento. Recuérdame si algún día titubeo antes de hacer memoria para retrotraerme al sonido que emitía mi voz cuando te mencionaba enamorada. Recuérdame cuando otras olviden cuáles son tus puntos débiles, para presionarlos con suavidad hasta hacerlos fuertes; hasta hacerte fuerte. Sobre todo, no olvides que yo siempre estuve para ti, cuando ni siquiera tú eras capaz de hacerlo. Vislúmbrame en cada estrella fugaz que te recuerda que tu último deseo no se cumplió, pues no estoy a tu lado para pedírmelo a mí. Siente mi tacto en tu rodilla al parar el frenesí de tu pierna cuando algo te preocupa, aunque ya no esté. Aférrate a mi abrazo cuando sueñes con aquello que jamás logramos cumplir. Aprende a llover, cielo; aprende a empapar el mund...

Los papeles que se nos cayeron al llegar el otoño

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Muda su piel la naturaleza al ser sacudida por el otoño. Se reinventa como una serpiente, que sigue arrastrándose por todos los confines del mundo donde alguna vez hubo verano. Trata de olvidarse del calor que le otorgaba aquella primavera de los ojos almendrados, de aquel sofoco que trajo consigo el estío y de que algún día regresará el invierno que tanto la dejaba helada. Permite que sus brazos bailen al compás de la brisa, que se le caigan las hojas o los esquemas con las prisas. Que lo que ayer fue llamarada, hoy se torne ceniza. Y solo entonces, se escuchan sollozos bajo los escenarios que alguna vez llenaron de aplausos corazones con más sangre que cordura; y aún se atan lazos en pro de la fortuna por si algún día regresa aquel que te hizo creer en ella y te abraza. Pero cualquier poeta de poca monta, podrá confesarte que es el ambiente otoñal el único que propicia su poesía, y yo te confieso que también fue así tiempo atrás con la mía. Que las montañas se burlan de nuestros aire...

Al muchacho aquel

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El amor de mi vida no era el chico más alto, guapo o inteligente de la ciudad. Él, simplemente, me veía como nadie lo hará jamás. Y quizá no me quiso como lo llegaron a hacer otros más tarde, pero arribó a mi vida en el momento indicado. Y como supo que no podría permanecer materialmente a mi lado, se internó en mi corazón. Porque mi gran amor no entendía de materialismo, poder, control o cualquiera de esos vicios insensatos que gobiernan hoy en día el mundo. No. Él solo creía en mí. Probablemente no lo entiendan todavía: hubo una vez un chico que me quiso tanto, que cuando se fue, había depositado tanto amor en mí que no supe qué hacer con él. Me cuidó con tal devoción, que tuve que entregar lo que solo eran restos de aquello que vivía en él al resto de hombres que llegaron a mi vida mucho después. Y es que hubo una vez un chico que me quiso tanto, tanto, que me hizo quererme a mí misma más de lo que cualquiera pudiera entender. Por ello, lo que muchos tachan ahora de egocentrismo, no...

A medias

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Te quise a medio corazón para poder sobrevivir al día en que te fueras, porque desde el principio supe que lo harías. Te quise tanto que jamás lo habrías entendido si lo hubiera expresado con palabras, porque ni siquiera yo habría sido capaz de hacerlo. Y te quise bien, no solo porque ya había aprendido de mis errores anteriores en el amor, sino también porque te quise feliz incluso cuando aquello me perjudicara a mí. De una forma tan pura, que en un futuro rezarán cánticos a lo que sintió mi alma al vibrar junto a la tuya. Y me encargué de sembrar en tus ilusiones flores que otras recogerán (muy a mi pesar), de contar cuentos a tus miedos para que descansaran en paz, y para siempre; de contarles cuentos por si se contagiaban de su vertiente irreal, y también estos dejaban de existir. Ahora solo soy la triste mitad que dejaste. Y tiemblo cuando otros medios que no son los tuyos quieren hacerme sentir completa, sin llegar a complementarme. Soy esa mitad que perdiste un sábado noche y ne...