Poema a la incertidumbre
Recuérdame cuando mires a la luna directamente, y no desde el reflejo en mis ojos; cuando las noches se vuelvan solitarias y tu corazón se congele. Recuérdame al atravesar la linde entre el olvido y el alivio, cuando consigas suspirar y no me robes así el aliento. Recuérdame si algún día titubeo antes de hacer memoria para retrotraerme al sonido que emitía mi voz cuando te mencionaba enamorada. Recuérdame cuando otras olviden cuáles son tus puntos débiles, para presionarlos con suavidad hasta hacerlos fuertes; hasta hacerte fuerte. Sobre todo, no olvides que yo siempre estuve para ti, cuando ni siquiera tú eras capaz de hacerlo.
Vislúmbrame en cada estrella fugaz que te recuerda que tu último deseo no se cumplió, pues no estoy a tu lado para pedírmelo a mí. Siente mi tacto en tu rodilla al parar el frenesí de tu pierna cuando algo te preocupa, aunque ya no esté. Aférrate a mi abrazo cuando sueñes con aquello que jamás logramos cumplir. Aprende a llover, cielo; aprende a empapar el mundo de flores a causa de tu esencia. Aprende a brillar tanto que deslumbres los corazones irracionales, que son los únicos que te querrán de verdad. No olvides que hubo alguien que apagó tu luz, antes de que yo llegara a mostrarte con la mía el camino hasta el interruptor: antes de que me fuera cuando te vi capaz de encenderte solo.
No olvides que me fui porque tú querías irte primero, pero jamás habrías tenido el valor (por eso de que siempre fui tu estrella fugaz). Sóplame en cada vela de cumpleaños que prenda más que tu vida, si te sientes apagado. Sóplame en cada diente de león por si algún día llega a mí alguna de sus semillas; siembra en otras la vida que en ti deposité, por si querías cosechar también mis sentimientos. Sé verde como la primera hoja que asoma tímida entre los bosques en primavera, azul como el cielo mismo después de haber llorado (yo), rojo como la sangre que nos unía a falta de hilos y esos otros hitos del pasado. Deslízate en mi poesía, como quien se apoya sobre una puerta y se permite caer; rómpete y cobíjate en lo que existe solo porque pude rozar tu piel. No mientas a quien te quiere, jamás pierdas la fe.
Créeme, es la única certeza: yo te quise. Todo lo dicho antes, aún no sé.
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