Atazagorafobia

 




Sé bien que cuando asocio una canción a una persona, esta pasa a formar parte de mi corazón hasta la eternidad. Es una afirmación tan certera como que del corazón ensangrentado nace el latido, y que este llegó a hacerlo por ti.

Ahora entiendo que si puedo decir que te guardo cariño, es porque te he querido, y no recuerdo haber llegado a admitirlo hasta este preciso instante, cuando se supone que el sentimiento ha apaciguado. Pero es que es típico de poetas hacer asunciones sin prestarnos a verificarlas. Por miedo, o amor a la deriva. Llámalo como quieras. Yo me refiero a ello como "excusa", tal vez lo disfrace de "metáfora", pero no cesa de ser lo mismo de siempre: perder a alguien más que no recuerdo haber conseguido.

Si es que "Coaster" lo dice muy claro: "quizá no fueras el indicado para mí, pero en el fondo quise que lo fueras". Una montaña rusa de emociones para la que nunca pediste un ticket, y así es que el viaje me lo llevo yo. Que no es sino otra excusa para que el alma vague a la deriva, si la deriva son tus brazos y me acoges. Si no te encoges al escuchar mi verdad. Si no me estremezco, te mentiría, pero ya sabes que eso es impropio de mí. Así que tómalo: las letras son lo último que queda de un vínculo carente de esfuerzo por demostrarlo. Y qué culpa tendrá de que fuéramos tan necios (tal vez, solo yo, creyéndome correspondida cuando simplemente respondías a mis artimañas por hacerte feliz).

No entiendo que no me quieras entender cuando no lo digo pero lo demuestro. Y tal vez tú no comprendas por qué no te escucho, pero es que soy sorda de sentimientos y disléxica de emociones. Y sigo disfrazándome a través del poema para no decirte alto y claro lo que ya nunca sabrás: que sí te quise. Aunque sean palabras mayores.







Comentarios

Entradas populares de este blog

Recitando en la cuerda floja

Los latidos que contuve disimulando que me mirabas

Un sueño en la chistera