Kalopsia
Tan tóxico como el agua estancada de la fuente de tus promesas. Nocivo hasta decir basta, e imperturbable ante las quejas de un mundo que sigue sin entender tu necesidad de causar dolor por simple placer. Porque el que se complace de la tragedia, permíteme decirte, tiene un nombre: payaso.
Y yo, que conquisto versos como quien juega a perseguir pompas de jabón, con la esperanza de algún día sostener una en las manos sin la necesidad de romperse, te vestí tan bonito en mi poesía que casi me lo creo. Y yo, que llevaba toda una vida vagando como un alma en pena por una existencia que dejaba mucho que desear a ojos de los demás, abandono la historia y, por supuesto, el guion de este amor. Porque, hazme caso: el amor verdadero no entiende de barreras. Y yo, fiel devota a mis emociones, practicante de sufrimiento, traficante de signos vitales, me hice querer tanto que no supiste qué hacer. Y desapareciste.
Algún día vas a lamentar no haberte dado cuenta a tiempo de que el amor sabía más rico de entre mis labios. Vas a llorar por hacerme daño, porque la vida te lo devolverá. Al fin y al cabo, el universo y yo hicimos un pacto el mismo día en que nací. Él golpea y yo me levanto. Y cuando lo hago, no es sobre mí donde recaen los puñetazos.
Me vas a ver temblar bajo otros cuerpos, bailar sobre otras pieles e hipnotizar a quien algún día creíste contrincante. Ni esto es un partido, ni yo soy un balón. No me zarandees. Me vas a ver sonreír como nunca antes contigo: de verdad. Y lloraré y me reconstruiré. Porque tengo lo mismo de guerrera que de amante.
Pero te aviso de antemano: no vuelvo a un campo de batalla donde se siguen detonando bombas a pesar de que el contrincante ya ha caído. Y es que tienes una mente tan sumamente retorcida, un alma tan obsoletamente corrompida, que sigues sin entender que el amor no entiende de venganza. Y que mi indiferencia será la consecuencia de tus actos.
Kalopsia: condición, estado o engaño en el que aparecen más hermosas de lo que realmente son las cosas.
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