Análogos a "querer"
Si supieras todos los poemas que te he escrito, probablemente irías corriendo a contárselo a cualquiera que se atreviera a escucharte, dejándome con la frase a medias. Correrías inquieto hacia todos los rincones del mundo donde sople la brisa, y permitirías volar a mis promesas, queriendo darles alas; perdiéndolas por el camino. Perdiéndome a mí, por despiste y no por falta de compasión. Hay veces en que uno debe admitirse a sí mismo que los niños eternos siempre se aferran a los instintos, y nunca a las consecuencias. Y yo solo fui un efecto secundario de los estragos de nuestro amor. Y tú la piedra que quise confundir con un diamante cuando, al tropezarme, necesité quedarme una vida más junto a ti.
Me gustaría saber qué piensas cuando me miras desde el corazón, y no desde todos los pretextos para abandonar la partida. Me gustaría saberme querida, pero imagino que siempre fue mejor sentirlo, y por eso nunca esperé a que me lo expresaras para intuir lo que tus ojos ya venían diciendo. Por si en el desacierto se hallaba la razón para invitarte a todos mis poemas hasta que los años pasaran, y nosotros con ellos. Es una pena que todavía no entiendas lo mucho que te quiero yo, porque no sabes intuirme; porque no merezco el esfuerzo para ti. Y que por ello haya de abandonar lo que concebí permanente. Es un verdadero sacrilegio que no me concedas el espacio que requiero para crecer, porque quise incluirte siempre en todos los proyectos que construí por si así hallabas cobijo en mi vida y decidías asentarte.
Si leyeras todos los poemas que te he escrito, quizás, dudarías del azul del cielo, del eclipse como algo ajeno a un beso y del verso que no recité expresando que te quería. Si lo hicieras, me verías como nunca lo hiciste. De verdad y sin escrúpulos. Pero supongo que siempre preferimos evocar la arcada por si así nos permitíamos una excusa para alejarnos de un amor que siempre fue demasiado obsceno para un mundo que solo quería entender de tacto. Y es triste.
Porque si leyeras todos los poemas que te he escrito, no los entenderías; y no por falta de inteligencia (ese nunca fue tu caso), sino por escasez de interés para comprenderlos. Y escaparías de las analogías como los poetas consagrados de los neologismos, o la noche de los rayos de sol, o yo de ti cuando no quise que me atraparas y que cesara así el juego. Porque nunca importó quién ganara, solo quién cerraba el telón.
Desde entonces, esto se ha quedado tan oscuro, que he aprendido a temer la luz, por si me hace ver lo que mi propia soledad me ha salvado de descubrir. Que aun sin mí, tú sigues siendo feliz.
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