SOS
Ahora lo entiendo.
No importa lo que haga, pues siempre seré la piedra del zapato, la arena entre los dedos que todos buscan desechar. No importa si doy todo de mí, ni si me quedo donde nadie más se atrevió a entrar.
Ahora lo entiendo.
Estoy tan rota que nadie querrá tocarme por miedo a que corte. Y corto, pero una vez sané. O eso quise creer. No solo a mí misma, sino que también me atreví a formar sonrisas en labios ajenos. Así es que sigo buscando una señal en un rostro que poco tenga que ver con el mío de aprobación.
Pero no entiendo por qué nadie dará lo que yo. Por qué no soy suficiente a pesar de que muchos me hayan acusado en el transcurso de mi vida de haber alcanzado la perfección. El cielo sabe que yo solo quise hacerlos feliz. Ayer sonrisa, hoy lagrimal. Temblando. Y escalofrío que termina por congelar.
Y no entiendo.
De verdad, explícamelo.
¿Qué está mal conmigo, que habiéndome esforzado por ser satélite, solo me cruzo con fugaces?
Que alguien se atreva a decírmelo,
Para después quedarse.
Y esto sí es un ruego.
Comentarios
Publicar un comentario