Hiraeth





Te escribiría tantos poemas como días tiene el año, y ni el beso más sincero de amor lograría resolver el daño. Como un puzle donde las piezas componen un laberinto, y debo asumir que tú no te encontrarás a la salida. Que entraste sin llamar a la puerta, porque nunca me habría atrevido a poner trabas a tu entrada. No fuimos de cuento, pero tal vez sí de enciclopedia, porque a ver a quién le da con quinientas páginas para explicar todo aquello que nunca nos atrevimos a decirnos.

Entiendo que no me quieras: yo tampoco me tenía en consideración cuando más feliz fui y no lo sabía. Ahora bien, no lo respeto. No voy a permitírtelo cuando he hecho todo lo posible por merecerte y ni siquiera quieres verlo. Que mis labios no son sino otra vida más que reclama tu auxilio; que el amor es vida, y me estás matando. Y te lo echo en cara aunque no dé la cara, pues acepto que nada va a cambiar la situación. Si el contexto tiene más de metáfora que de anécdota, y no es justo para la historia que duráramos tan poco si tú y yo habríamos sido eternos. Que, a falta de tu aliento, me estoy ahogando lento. Y agonizo, que esto no es sino la prueba de que no miento. Qué cierta la incertidumbre cuando radica en tu ausencia.

Tampoco se puede decir que te hayas ido cuando no recuerdo que llegaras. No comprendo que habites en mi corazón si no te vi maletas, y a veces siento malestar al reconsiderar que esto no sea sino una ilusión y yo un psiquiátrico. Una de tantas, en una de tantas vidas. Qué pena: no lo vas a entender porque entremezclo filosofía con poesía, y entre ser o no ser, yo no voy a ser el amor de tu vida. Qué triste verlo así cuando la verdad es que preferiría estar ciega. Aunque seguiría sintiendo que falta una pieza que nunca formó parte del rompecabezas, que rompes más el corazón. Que queda un vacío que nunca te mereció, por más que así lo quiera.

Escúchame, no quiero volver a verte llorar, cielo. Que siempre sea primavera en tu corazón, de modo que entre todas las rosas, no vuelvas a pinchar a la espina. Que mi veneno nunca lo vas a confundir con amor, porque yo a ti jamás te intoxicaría. Y que todos los días de tu vida me niegues, para no tener que sufrir por alguien que realmente te quería.

Te deseo lo mejor, ahora que no voy a ser yo.




Hiraeth: nostalgia por un hogar al que no puedes retornar, un hogar que quizá nunca existiera; el luto por aquel lugar que ahora forma parte de tu pasado.





Comentarios

Entradas populares de este blog

Recitando en la cuerda floja

Los latidos que contuve disimulando que me mirabas

Un sueño en la chistera