Komorebi
Odio tener que echarte de menos. Me desespera mirarme al espejo y no reconocerte en el brillo de mis ojos, que no me agarres la mano cuando te asustas y que ya no me pidas consejo cuando la vida no te va del todo bien. No sé cómo pedirte que vuelvas porque, a fin de cuentas, fui yo quien no te supo mantener a su lado. No obstante, la retórica aviva el sentimiento y acabo por ceder a este bucle del que no estoy segura de querer escapar. Ojalá algún día seas capaz de verlo, tú también.
Tienes los ojos más bonitos que el silencio ha acogido en un llanto, y una sonrisa que nace de un espíritu tan puro, tan etéreo, que es más transparente que traslúcido. Pero no te preocupes: tú nunca pasarás desapercibida. Si en el corazón encierras una mina de verdad, y tus labios se niegan a colaborar en la explosión por la bondad que escondes dentro. Como un ángel que no encontró su sitio en el cielo por saberse demasiado amable como para relegarse al papel de observar desde arriba. Justo como si hubieras aparecido para salvarme, y te marcharas cuando comprendiste que ya había adquirido todas las herramientas para hacerlo por mi cuenta.
¿Volverás algún día? Porque mis dientes siguen tiritando cuando te ven marcharte, aunque nunca me hayas prometido quedarte del todo; aunque jamás lo dejaras caer. Porque mis manos tiemblan cuando sueño que te acaricio y olvido que debo despertar. Porque contigo solo albergo ilusiones, y matan más que el verdadero recuerdo. Y porque me devuelves el aliento cada vez que te contemplo al suspirar.
Quédate un rato más.
Mañana proseguiremos con el rol que nos fue asignado: tú el de brillar, y yo el de admirar. A fin de cuentas, el roce hizo el amor, y ambas sabemos que una conexión como la que mantuvimos no volverá a germinar. Quizá porque jamás pudimos darle uso tanto como nos habría gustado, puede que sea por el elemento de la prohibición. Pero nunca –y esto grábatelo a fuego– te observaré con ojos de olvidar. Porque tú eres toda la vida que la mía habría podido anhelar, y porque te prometo que en todo el resto (si es que la reencarnación es de facto y no presupuesto) te volveré a buscar.
Komorebi: rayos de sol filtrados a través de los árboles.
Comentarios
Publicar un comentario