Whelve





Amordazo mi boca cuando te nombra para evitar que me la laven con jabón después, porque si las mentiras quedan reprobadas ni te cuento con los mentirosos. No mereces tres poemas si te escribí con reticencia el primero, pero esta vez lo hago por mí: por desalmar sentimientos en estas letras que nunca debieron trazarse en tu nombre. De honor no hablemos, porque está claro que no entiendes de tecnicismos.

Técnicamente, estás muerto para mí y aquí te estoy sepultando. Vales mucho menos de lo que alegas, y es por eso que nunca triunfarás en el mercado. Que no eres un producto y, aun siendo así, lo único que te importa son tus etiquetas; etiquetas colocadas por otras manos que tampoco pudieron rastrear a tiempo tus promesas vacías. Vasos llenos de rencor, para no desaguarme si te veo. Sí, soy una tubería, y tú no vas a colarte por dentro. Que de esperanza también se muere y yo que estoy reviviendo, te tengo en muy baja estima. Sé que no es lo que querías. Tampoco lo eres tú para mí.

Puestos a mentir: no entiendo que no me valores. Pero yo también he pasado por ahí, y cuanto más me estanqué, más me dolió cuando supe apreciar(me). Que coloco la mano donde deposito el corazón, y nunca me permitiste rozar tu piel, así que no te quejes. Que doy más de lo que piden, soy más de lo que podrían imaginar y me adaptaría a cada una de tus necesidades si fuera tu musa. Pero no eres un artista, y por ello comprendo que no sepas valorar el arte. O sea, a mí.

"Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre" ordenó Aixa siglos atrás a su hijo, al perder un imperio. Y todavía hoy, hombres como tú, reproducen el modelo de monarca frustrado que no supo conservar su tesoro más sagrado. Pero el daño está hecho, y las ruinas son a ojos de otros monumentos que no requieren enmiendas.





Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Recitando en la cuerda floja

Los latidos que contuve disimulando que me mirabas

Un sueño en la chistera