Condición



Ayer fue uno de esos días en que me acordé de ti y casi lloro para sellar una carta en que figures en el remite y yazca tu última poesía (más tuya que mía, aun con mi tinta y letra). He recordado todo aquello que imaginé en mi mente antes de que jamás llegara a suceder, adelantándome a mis expectativas desesperadas por hacerte más mío que del olvido. Y he fracasado estrepitosamente por el mero deseo de verte salir victorioso a ti, aunque no sepas a costa de qué. Aunque no me veas en el papel de derrotada, porque ahora eres incapaz de mirarme más allá de la piel. Y duele tan adentro que me desintegro en latidos por ti. Ya ves.

Que con "A" empezaba el abecedario, pero no me avisaron de que con tu "A" comenzaría mi mundo. Si eres el motivo que me da vida; también el que me mata (y ya no estás). Si te he escrito más poemas que mensajes, y has sido musa más años que integrante de mi vida. Espero que me perdones por hacerte eterno, cuando sé que nunca fue tu propósito. Espero que me perdones de corazón, que se concilie tu latido con mis esperanzas, que entremos en sintonía nostálgica de recuerdo. Que no vuelvas jamás para no verte arrepentido, pues solo espero de ti tu felicidad. No me agradezcas el tiempo si siempre fue mayor el sentimiento a tu lado. No te disculpes por la demora si nunca pretendiste llegar, y fue por descuido. Perdón por hacerte mío cuando querías ser libre, y no soltar a tiempo para verte volar (no entendía que las mariposas se ven más bonitas entre flores que en mí).

Sobre todo, lo siento por predecir cuándo lloras si se me escapa una lágrima, cuándo eres feliz si mi pálpito intermitente se coordina con tu vida, por adueñarme de lo tuyo allá donde lo mío resultó insuficiente (por no contar contigo). Que mi altruismo es una mano tendida que susurra "auxilio", y tú no entiendes de favores y menos de amores por favor. Qué desfavorable para mí que esa rebeldía implícita que te favorece tanto se rebelara en mi contra, cuando yo quería ser condición y no condicionante. Qué pena.

Y sé que no entiendo de astronomía, pero en nombre de todas las estrellas que no conoceré más allá de tu destello (que para mí siempre las eclipsó a todas), ruego que ese entusiasmo ferviente, esa carcajada estrenduosa, esos ojos arrugados de felicidad y esa dentadura que abandera mi alegría jamás cese. Que el universo entienda que, en la misma medida en que me pertenece mi poesía, te pertenece a ti su voluntad. Hasta que las constelaciones se alineen a tu favor para siempre.




Comentarios

Entradas populares de este blog

Recitando en la cuerda floja

Los latidos que contuve disimulando que me mirabas

Un sueño en la chistera