El veo-veo
Me he jugado el cuello a la lotería por si acaso -o suerte- me tocas, y puedo dejarme llevar. Que me distraje tanto contando tus lunares que ahora tengo que desechar del sentimiento aquello que no permite adquirir nuevos conocimientos más allá de tu piel, resquicios y mis complejos. Que soy una acomplejada de tenerte cuando antes era dichosa, porque no vales lo que cuestas. Y eso es fraude. Y estoy en banca rota de emociones.
Hace algún tiempo que tracé un asterisco en cada una de las páginas que escribí a tu lado, para regresar cuando me asola el frío. Cuando hace calor, me desprendo de todo menos de ti, y creo que eso te explicará en condiciones mi dinámica de amor desatendido. Ahora las noches son un día menos contigo, que menos es más, y se traduce en poesía cuando no estás. Es una pena que la alegría sea una piedra en el estómago cuando se recuerda y no se vive. Supongo que alguna vez habrás entendido a qué me refiero, y deseo de corazón que no vuelvas a hacerlo nunca más. Pero, razonadamente, pido al universo que algún día sientas ese sinsentido que es la vida cuando amas a quien no recuerda tu nombre por despiste y no por rencor. Que ahora me ato los zapatos con el nudo que me enseñaste, por lealtad, y se suelta al dar más pasos de la cuenta sin pensarte.
Si el amor era ese caballero del fondo dispuesto a invitarme a otra copa más, y estoy tan mareada que no distingo ficción de realidad; o amor de ti; o la vida sin ti. Qué loca hube de estar para llamar cuerda al hilo y echármelo al cuello en muerte simbólica. Al final, se rompió él y no yo, y creo que eso duele más que la tirantez que habría conllevado estar sobria y no confundirlos. Porque murió el amor y no yo, y a ver quién sobrevive a eso (desde luego, vida no es).
Veo, veo.
Que esto no es un juego.
¿Qué ves?
"Amor" ardiendo del revés.
Una cosita.
La vida a través.
¿Y qué cosita es?
De lo que era el "antes",
cuando existe después.
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